Cuando pienso en una excursión discreta, sencilla, poco o nada conocida y sobre todo, fácil de hacer con familia, pienso en el río Sía. Esta corriente, tal vez una de las más desconocidas del Pirineo, auna todo eso y su estado de conservación, le ha permitido formar parte de la Reserva de la Biosfera del Viñamala. Partiendo de Torla, cogemos carretera en dirección a Biescas, Tras salvar el puerto del Cotefablo, cuatro kilómetros en bajada, cruzamos un puente que atraviesa el tramo central del Sía. Aparcamos a la izquierda. Cogemos, ya andando, la pista forestal de uso restringido que asciende muy lentamente con el río más o menos cercano pero siempre a nuestra derecha. Poco a poco pasamos de un paisaje aterrazado a adentrarnos en las tripas del bosque del Sía, mayoritariamente pino en su tramo bajo y que, ya en altura, nos ofrece, al otro lado del barranco, unos espectaculares, diminutos y desconocidos hayedos. Toda una delicia que nos acompañará durante hora y media, cuando llegamos a la cabaña de pastores que marca el inicio del valle alpino que ve nacer al Sía, entre los farallones de la Sierra Tendeñera. Desde aquí, el camino pica mucho más en serio hasta terminar enredándose entre las rocas de esta colosal montaña. Por eso, si se va con niños, es mejor dejarlo en la cabaña, sacar la longaniza, disfrutar de una buena merienda y regresar por el mismo camino.

Total: 2,30

Dificultad: Baja

Recomendable: Todo el año aunque especialmente en primavera y, sobre todo, cuando el otoño colorea sus hayedos.