Dificultad: Alta
Tiempo: 6 horas (ida y vuelta)
El pueblo abandonado de Otal hay que ganárselo. Desde el túnel del Cotefablo parte una senda en ascensión constante durante una hora. Tras llegar al Pelopín, paramos a recuperar el resuello y disfrutar de una vista soberbia de la sierra de Tendeñera, valle del río Sia y Sobrepuerto. Aquí inesperadamente descendemos muy rápido hasta llegar tras hora y cuarto a Otal. Despoblado en los años sesenta, Otal conserva apenas una casa en pie, mucha historia y etnografía y, sobre todo, esa maravilla que es su iglesia románica de San Miguel, única de estilo románico serrablés del valle de Broto y recientemente restaurada. El regreso obliga a hacerlo por la misma senda, ascendiendo lo que antes se ha descendido.
Curiosidad: en otoño, Otal esconde uno de los hayedos más pequeño pero de mayor altitud, tranquilidad y hermosura del valle.